El CT BETA desarrollará nuevas metodologías para reducir el desperdicio alimentario en el sector primario
FOLOU, un proyecto europeo coordinado por el CT BETA
Cada año se pierde o desperdicia una gran cantidad de alimentos a lo largo de toda la cadena de valor alimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo final, la parte más visible y seguramente más alarmante. Las estimaciones más recientes realizadas por entidades como la World Wildlife Fundation indican que, sólo en el sector primario, la cifra mundial de derroche alimentario puede alcanzar los 1.200 millones de toneladas. De acuerdo con los datos de la FAO, un tercio de los alimentos producidos para consumo humano en el mundo pueden ser malgastados. En Cataluña, según datos de la Agencia de Residuos de Cataluña (ARC) del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, el desperdicio alimentario de origen doméstico y comercial puede llegar a ser de 262.000 toneladas, lo que equivale a 35 kg por persona al año.
Ante esta realidad, investigadores del Centro Tecnológico BETA de la Universidad de Vic -Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) están trabajando en el desarrollo de herramientas y mecanismos que ayuden a monitorizar y controlar la pérdida de alimentos en el etapa de la producción primaria. Esta etapa incluye principalmente las actividades agrícolas, la acuicultura, la pesca y otros procesos similares, donde muchas pérdidas de alimentos se producen en el campo y después de la cosecha (es decir, en el proceso de manipulación y almacenamiento). Habitualmente es una etapa difícil de monitorear, dado que con los recursos técnicos actuales se requiere mucho tiempo o tiene un coste económico muy alto.
«El desperdicio alimentario supone un impacto negativo para la sociedad en muchos niveles, y provoca inseguridad alimentaria y genera impactos ambientales de todo tipo», explica Joan Colón, jefe del Área de Contabilidad y Optimización de la Sostenibilidad del CT BETA. Estos impactos pueden incluir emisiones de gases de efecto invernadero innecesarias, derroche de recursos hídricos y degradación de algunos ecosistemas y de su biodiversidad. La suma de todos estos factores acaba traduciéndose en importantes pérdidas económicas y en un perjuicio social. Para sensibilizar a la población sobre este fenómeno, el 29 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Concienciación de las Pérdidas y el Despilfarro Alimentario.
FOLOU, un proyecto europeo coordinado por el CT BETA
Para profundizar en la búsqueda de nuevos mecanismos para combatir el desperdicio alimentario en el sector primario, en los próximos meses se iniciará el proyecto europeo FOLOU, coordinado por el Centro Tecnológico BETA y financiado por el programa Horizon Europe. El objetivo principal de FOLOU es poner la base para crear nuevas herramientas y metodologías que permitan ser conscientes de la magnitud y el impacto de las pérdidas de alimentos en la etapa de la producción primaria. Colón, investigador principal del proyecto FOLOU, explica que «además de permitir armonizar el método de cálculo entre diferentes realidades europeas, también permitirá disponer de mejores registros nacionales y europeos sobre derroche alimentario».
FOLOU tendrá una vertiente tecnológica muy relevante, ya que según Colón «esperamos validar el uso de seis tecnologías aplicadas de forma innovadora al control del desperdicio alimentario, como sistemas de reconocimiento de imagen o inteligencia artificial». Como resultado destacado, FOLOU creará una nueva herramienta de evaluación de la sostenibilidad que permita cuantificar de forma eficiente, estandarizada y fiable los impactos ambientales, económicos y sociales derivados del desperdicio alimentario, para poder identificar sobre qué etapas de la cadena de valor conviene actuar.
Hoy en día todavía existe la necesidad urgente de encontrar métodos claros para calcular la magnitud de las pérdidas provocadas por el desperdicio alimentario y poder aplicar medidas realmente eficientes para reducirlo. La Comisión Europea estableció recientemente un método común y requisitos mínimos de calidad para reducir la cantidad de residuos alimenticios a nivel nacional, pero todavía se trata de un enfoque muy general que no incluye todas las realidades del sector primario. En muchos casos, esto se debe al desconocimiento ya la poca comprensión de su realidad.
Desde el proyecto FOLOU se trabajará para garantizar la adopción de los resultados del proyecto por parte de todas las principales partes interesadas: productores primarios, minoristas, consumidores, responsables políticos e investigadores. FOLOU tendrá un presupuesto global de casi 7 millones de euros para un consorcio internacional formado por 16 socios, en el que también estarán presentes, de forma destacada, el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural y ARC. En Cataluña, también contará con la participación de la Fundación Espigoladors.